Chicos, a veces no sé como explicaros las cosas.
El problema es cada vez es más frecuente y eso me entorpece como madre.
Sorteo el miedo y la angustia a partes iguales desde esta mañana.
Porque os dejé en el cole y al minuto estaba arrepentida, con ese instinto animal de protección, elevado a la máxima potencia. Incontrolable.
Esa horrible sensación no la he podido suavizar hasta que os he cogido a la salida. Y ahora ya en casa, y escuchando como jugáis a grito pelado en la habitación se ha calmado, pero es ensordecedora desde su silencio. Me siento intranquila y asustada.
Un miedo físico al fuego inminente que se huele demasiado cerca y una angustia que paraliza mi mente con demasiada fuerza. Una angustia que nace en ese fuego, y que crece si sigo mirando al mundo que os estamos dejando y del que cada vez puedo contaros menos cosas que merezcan la pena.
No se de que forma podría haceros entender que hay personas capaces de provocar incendios porque sí y seguir viviendo como si nada. Seguir viviendo, sabiendo que han arrasado con todo lo que esas llamas han visto por delante. Tierras, casas, vida...
Indescriptible.
No soy capaz de explicároslo, perdonadme.
Mucho menos, puedo contestar a vuestro: " ¿Y por qué lo hicieron mami?".
Deciros por dinero, me encoge el corazón.
Deciros por placer, no soy capaz.
Deciros porque les dejan... me enfurece.
Realmente no sé que deciros…y eso me produce un inmenso dolor.
Un dolor gris y triste que me anula cuando me preguntáis: " ¿Y ese fuego viene hacia aquí?".
Trato de evitar que veáis las atrocidades de las que el ser humano es capaz, pero ésta os la he dejado ver. He notado la ansiedad en vuestros ojos frente al televisor, y eso me ha sacudido. Porque sois pequeños para ver estas cosas, o eso creo...
Pero si quiero mitigar esta intranquilidad, si quiero seguir creyendo en que vivimos en un mundo que merece la pena, tengo que dejaros ver, tengo que deciros, que hay muchas personas voluntarias ayudando, que los servicios de rescate saben que son pocos y por eso permanecen, que nadie descansa, que equipos de fútbol han dado comida y agua, que los hoteles han dado alojamiento, que las casas particulares se han abierto a desconocidos, que las cadenas humanas con cubos de agua han sido infinitas, y que hay pueblos enteros luchando por no perecer ante las llamas, juntos... JUNTOS.
Eso es lo que realmente quiero deciros. Eso es con lo que quiero que os quedéis de todo este puto desastre.
Y aunque eso no calma el dolor, ayuda.
Aunque no quita el miedo, suaviza la angustia.
Ser madre me hace ser débil en estos casos. Demasiado vulnerable, lo sé. Sólo espero saber disimularlo delante de vosotros.
Sed siempre de los buenos, por favor. Siempre de los buenos.
Os quiero