La bipolaridad de los padres existe. La de los ñus es infinita...
Estaréis conmigo en que podemos pasar del abrazo más tierno, amoroso y eterno, a querer estrangularlos en cuestión de minutos.
A veces incluso en segundos…¿ o estoy exagerando?
Yo quiero convencerme de que no son conscientes.
Pero… ¡vaya si lo son!.
“ Mami, no tengo hambre".
“ Venga, come la fruta...que luego en media hora quieres merendar".
“ Que no mami que me duele la barriga”.
“ Vaya... A ver...ven con mami…"
Llegan los abrazos, los masajes en círculo, mimos y lo que haga falta.
Se te cae la baba y él parece calmarse.
Idílico.
“ Mami, ¿ por qué guardas la bolsa de la merienda?”.
“ Vida, porque si te duele la barriga no puedes merendar".
“ Ya no me duele mami, se me pasó con el masaje”.
“ ¿ Estás seguro?”
“ Seguro mami, ya no me duele”.
Te da un abrazo, tú lo abrazas a él y reanudas el momento Tulipán.
Se te cae la baba contigo misma y con los poderes de sanación que tienen tus manos.
Increíble.
“ Mami me vuelve a doler la barriga”:
“ Hombre que casualidad, que justo sea cuando saco la ciruela"
“ De verdad mami, mucho, mucho…dame otro masaje…”.
“ Me parece a mi que tenemos un poco de cuento".
“ ¡Jo mami!, ¿ no crees a tu hijo?.
“ Sí, sí…te creo, te creo…”
Saltamos los abrazos, los mimos y lo que haga falta, y vamos directamente al masaje.
Empiezas a creer que te está tomando el pelo...
Sarcástico.
“ Mami, ¿ por qué guardas el Kit Kat?”.
“ Vida, porque si te duele la barriga y no comiste la ciruela, no puedes comer chocolate".
“ Creo que ya no me duele mami, se me pasó con el masaje”.
“ Vale! Entonces come la ciruela y luego te doy el chocolate,”
“ Es que con la ciruela me duele, pero con el chocolate seguro que no”.
Quieres cargarte a tu propio hijo.
O lo que viene siendo el famoso deseo de estrangulamiento del que hablábamos al principio.
Abominable. Y para colmo, eres TÚ la que te comes el Kit Kat... (ansiedad, pura ansiedad de madre).
Ante esta situación tienes las famosas 6 opciones que todxs conocemos y practicamos a diario.
1.- Tener fe: “ Mañana vuelvo a intentarlo”.
2.- Educar: “ Cariño, hay que comer fruta, que tiene muchas vitaminas y el cuerpo las necesita”.
3.- Negociar: “ Venga, un mordisco de ciruela, y un mordisco de chocolate”.
4.- Dejar que decida por sí mismo: “ O te comes la ciruela o la cenas o la desayunas. Tú mismo”.
5.- Contar: “ Cuento hasta 5 para que cojas la ciruela y te la comas. 1, 2..."
6.- Vaticinar: “ Vas a salir volando detrás de la ciruela...”.
Y ya lo decía Gilbert Keith Chesterton (que no sé quien es, pero que me viene al pelo):
" La única educación posible es ésta: Estar lo bastante segurx de una cosa para atreverse a decírsela a un niño"
Lo dicho, nosotros somos bipolares. Y ellos son infinitos...
E independientemente de la opción que se repita en tu caso, al día siguiente volverás a la frutería como buena madre que eres y comprarás más ciruelas.
FRUTERA: " Os gustaron las ciruelas, ¿eh?"
YO: " Sí, sí, en mi casa ¡VUELAN!..."
Sinceramente, creo que mis hijos comerán ciruelas


Siempre fuimos de altos vuelos...