¡¡¡Mamaaaa!!! ¡¡¡Quiero desayunaaaaar!!!
Hora: 08:00 am.
Fin de semana.
Grito de guerra, independiente de la hora a la que se hayan acostado, y todavía más independiente de a la que lo hayamos hecho nosotros. Faltaría más.
Nunca funcionan los archi-famosos “Duerme un poco más que hoy no hay cole”, “Ven con nosotros a la cama”, o el “¿porqué no vas al salón y pones un poco la tele?”…
Con el de 3 es mucho pedir, y con el de 6 todavía no lo conseguimos…
Lo único que nunca falla es:
¡Todo el mundo en pie! y preparados para 14 horas Don´t Stop me now
Los míos concretamente, quietos, quietos…¿quietos? Ni amordazados.
También es cierto que cuando lo están algún virus, febrícula o “polculeo” acecha nuestra morada, así que actividad sin tregua por favor. Nos apetezca o no.
Es imposible que duren sentados más de 10 minutos seguidos, sin hacer el pino mientras meriendan, o sin que el temido “me aburro” se estrelle en mis oídos de madre.
Es imposible que cuando consigan superar esos primeros 10 minutos, mantengan una postura socialmente lógica para ver la tele.
Leer. Pintar. Es como si cualquier silla incluyera en su ergonómico diseño, lianas y chinchetas invisibles.
Es imposible que con el mismo juego se entretengan más de…¿12 minutos?.
Es imposible tenerlos localizados en el parque.
Es imposible sacar una foto enfocada.
Es imposible que caminemos por la calle sin que corran, salten, y/o escalen. Ir de la mano es una utopía, y al final cualquier paseo puede pasar a ser un excelente entrenamiento de running.
Por ser imposible, hasta dormir quietos lo es. Múltiples posturas y direcciones por segundo, con una almohada que no sabe donde aparecerá a la mañana siguiente.
Esta es mi/ nuestra realidad. Veloces, inquietos y desenfrenados.
Esta es mi/ nuestra teoría. ¿Estaremos pidiendo lo imposible a lo imposible?
Creo que sí damas y caballeros. Porque son niños. Y justo es eso lo que necesitan. Estar activos, interactuar, investigar, estimularse, no parar y AGOTARNOS…
Sólo así podremos dormir en 4 horas lo equivalente a 8.
No hay nada como una tarde de merendero en pandilla, rodeados por pequeños satélites fuera de control, para darse cuenta, de que son todos iguales…
¡No los paremos!
Y que rule el ibuprofeno…